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se puso terriblemente furioso. Llamó a todos los jefes de Moab, a los generales de Amón y a todos los gobernadores de la costa, y les habló así: «Cananeos, díganme qué pueblo es ése que está establecido en las montañas, cuáles son las ciudades en que vive, qué tan fuerte es su ejército, en qué consisten su fuerza y su poder, cuál es el rey que los gobierna y que manda su ejército, y por qué son ellos el único pueblo de occidente que no quiere salir a recibirme.»

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